Madrid, 16 de marzo de 2011.- La Jornada Mundial de la Juventud no es sólo un encuentro de miles de jóvenes: es también –en palabras de Juan Pablo II en la JMJ de Denver- “una ayuda para interrogarse sobre las aspiraciones más íntimas, un momento donde muchos toman decisiones valientes y audaces”. Son muchos los jóvenes que han descubierto su vocación al matrimonio, e incluso a sus futuros maridos y mujeres en una Jornada Mundial. Las historias de Jasmin y Justyna en Toronto 2002, las de Claudia y Rafael en Denver 1993 o las de Françoise y Pierrot en Sídney 2008 son sólo algunos ejemplos.
Seguir un buen consejo
Claudia y Rafael, ambos de México, se conocieron en la Jornada de Denver en 1993, al lado de las montañas Rocosas de Colorado, y desde entonces no se han separado de Dios, ni tampoco el uno del otro. Ahora viven felices con sus cuatro hijos, en la ciudad que los unió.
Claudia y Rafael con uno de sus 5 hijos. |
Rafael estaba al cargo de un autobús de cuarenta jóvenes entre los que se encontraba su futura esposa, Claudia. Ella había trabajado muy duro para reunir el dinero y poder acudir al encuentro, como ahora lo está haciendo su hija para poder asistir a Madrid el próximo agosto.
“¡No tengáis miedo!”, “¡Abrid, de par en par, las puertas a Cristo!”. Estas palabras fueron introduciéndose en ellos aquellos días, disponiéndolos para el camino que el Señor les había preparado y aún hoy les guían en su matrimonio. Quince años después, todavía conservan la entrada a la Vigilia y a la Misa.
Cuando volvieron de la Jornada, continuaron viéndose asiduamente en la Eucaristía y fue surgiendo, poco a poco, una relación estrecha y profunda… y acabaron casándose. Ahora, Claudia y Rafael animan a todos los jóvenes, entre ellos a su hija, a que se dispongan a venir a Madrid, “a vivir una aventura que lleva siempre más allá de lo imaginable”.
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